Nuestro Blog

Conoce nuestras últimas novedades

Un lugar en el otro.

por | Ene 24, 2024 | Novedades | 0 Comentarios

Hay encuentros que inspiran. Este texto, con sus transformaciones, es el efecto de uno de estos. Conversar con Enrique Gálvez-Cañero Arrazola, que hace parte en Garaldea Inclusiva, me dejó frente al teclado con un café entre manos y algo para decir

Hoy, es el primer artículo de un nuevo proyecto, Entre Orillas. Interrogó mi elección. Es un texto que ya tiene unos años. Perfilaré una repuesta que no pretendo cerrar. Hay algo de lo extranjero, del otro, del lugar

Pero volvamos a Batán. Mi trayectoria en Batán es de otro tiempo y Enrique, en ese tiempo, fue compañero allá. 

El recurso cerró hace ya catorce años y me atrevo a decir que desde entonces poco se ha hecho que se haya orientado por una ética similar en materia de adicciones en las instituciones públicas, aunque soy optimista y mi apuesta es que eso sucede, a nuestro modo, al modo del psicoanálisis, que como sabemos, es subversivo

Entonces, estamos en Batán, una Comunidad Terapéutica gestionada por CES PH Madrid para la Comunidad Autónoma. Allí trabajábamos con quienes se empeñan en llamar pacientes duales porque han elegido sostenerse en una adicción

Tomaré hoy un solo caso. Os hablaré de Alejandro. Cuando llegó, la primera consigna por parte de la dirección fue derivar, pero lo demore tanto que llegado el momento, no procedía.

Esta demora no fue accidental, fue decidida. La redacción del informe nunca llegó a la mesa de la dirección. Algo de esa subversión se puso en juego y el convencimiento de que algo podíamos hacer

La propuesta fue derivarlo porque Alejandro no se adaptaba a ninguno de los espacios, pero el dispositivo se adaptó a él. Así que aprehendiendo algo de él, facilitamos que hiciese justamente lo que ya hacía, pintar. A todos nos regaló alguno de esos acrílicos, que al principio eran manchas, pero después fueron pulpos, tiburones y corales. Alejandro pintaba una de las pocas experiencias con su padre, quien vivía en una población de la costa: un día en el que fueron a bucear

Entre dibujo y dibujo, se decidió a llamarlo. Recibe la noticia de su fallecimiento. Ha muerto, un pasaje al acto. Nada más. No hay relato. Alejandro se ríe, una risa que no se sujeta a nada. Decidimos que vaya a duelar con su familia. Se prepara el encuentro minuciosamente. En eso Leticia Rejas Rujas, quien fue su educadora se referencia, era una genia. Cuidaba hasta el último detalle. Lo hizo posible: lo habilitó

Por lo delicado del encuentro, en esa ocasión soy yo quien lo acompaña. El desvarío del tren contrasta con la tristeza a la que arriba. El dolor de su hermano lo sitúa. Será después que el relato se escribe, un relato precario sobre el que podrá volver. 

A la par, va construyéndose una imagen. Se deja perilla y usa gafas de sol, a veces una gorra, o esas camisas surferas de flores. Estaba en eso y un día entró a mi despacho con traje, corbata y un maletín, me dio la mano y me dijo “buenos días, soy el hermano de Alejandro”. Yo no podía parar de reír. Ahora recuerdo que solía reírme mucho con él.

Pasado un tiempo, me pide algo. Quería entrar a grupo como los demás. Hice un intento del todo fallido. Fue la interrupción por el exceso, nada se puntuó ni para él ni para los demás aquel día.Quedaba la pregunta: ¿Cómo vehiculizar esa pulsión que no se detiene? ¿Cómo pausar al menos un poco? Y como con Alejandro se trataba de ir a favor, el invento del segundo intento fue introducir el cuerpo y algo de movimiento, y funcionó. Junte los dos grupos que llevaba en el jardín. La consigna: uno por uno saldrían a caminar por el espacio que quedaba en el centro, que era bastante grande porque éramos muchos. Después quien quisiese le imitaría exagerando algún gesto. También pusimos algunas palabras. Alejandro salió para imitar a cada uno de sus compañeros y fue brillante. Tenía la capacidad de observar esos detalles que a cualquier otro le pasarían desapercibidos. Sólo cuando él nos mostraba podíamos reconocerlos también. Ese día fue lo más valioso que tuvo el grupo, su atenta mirada.

Nosotros le prestamos las palabras, las ficciones, los sentidos, y la posibilidad de habitar otros espacios. Seleccionamos algunas actividades en las que empieza a participar, como el huerto, los paseos o las terapias ocupacionales.

No se mantuvo así por mucho tiempo. En el recurso al que le derivamos según el procedimiento habitual -un piso de reinserción- trataron de imponérsele, lo que viene siendo el tratamiento habitual, y por supuesto, el tratamiento se echó a perder, pero hubiese sido antes o después. Madrid es salvaje, no acompaña.

Después lo he visto un par de veces. La última andaba vendiendo flores.

Y aquel día me decía Enrique: ¿Si pudiésemos crear un entorno en el que otros como Alejandro pudiesen sostenerse? Y en eso está este buen amigo hace más de trece años, en el espacio que fue Batán y que hoy es Garaldea Inclusiva.

Y no son los únicos. Sabemos de proyectos similares, en Europa, en Argentina, micro sociedades que alojan estas diferencias. 

También los pueblos acogen de un modo distinto. Todos contamos con algún ejemplo. Esos “personajes” a los que el pueblo da un nombre que apunta a ese lugar que toman, que se les da.

Y ahora Entre Orillas, también se propone como lugar donde arribar. Supongo que el espacio psicoanalítico siempre tiene algo de eso, de lugar donde se depositan angustias y desechos que no tienen cabida en otros lugares. Acá sí, acá hacen a nuestra causa, eso es lo que nos mueve porque acá sabemos que justo ahí, se esconde la agalma.

Texto: Marta López Monís.
Imagen: Enrique Gálvez-Cañero Arrazola.

Suscribite al Newsletter

¿Querés saber más? Contactame y charlamos

Abrir chat
1
💬 ¿Necesitas ayuda?
Hola 👋
¿En qué podemos ayudarte?